La puesta en marcha de un proyecto empresarial lleva aparejados múltiples riesgos y posibilidades,
y el plan de negocio debe contemplarlos todos. Incluir una descripción de los riesgos y de las
posibles consecuencias de circunstancias adversas que afecten al sector de actividad, o a nuestra
compañía.
En este punto debemos hacer referencia a factores externos como recesión, nuevas tecnologías,
reacción de los competidores, cambios en la demanda, obsolescencia prematura.
Existe riesgo cuando nos encontramos ante dos o más posibilidades entre las que se debe optar sin
poder conocer de antemano los resultados a que conducirá cada una, que unos mismo debe prever
con el mayor realismo posible.
Todo riesgo encierra, pues, la posibilidad de ganar o de perder, cuanto mayor es la posible pérdida
mayor ha de ser la posibilidad de beneficio. El que se opte finalmente por una alternativa arriesgada o
prudente dependerá de:
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Los atractivos de cada una.
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La mayor o menor disposición a aceptar la posible pérdida.
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Las posibilidades de éxito o fracaso de cada alternativa.
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El grado en que se juzgue factible en cada caso aumentar las probabilidades de fracaso gracias a los propios esfuerzos.
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La confianza en uno mismo (cuanto más confiemos en nuestras propias fuerzas, más confiaremos
también en nuestro poder para determinar los resultados de nuestras decisiones y más
dispuestos estaremos a tomar un camino que otros pueden considerar arriesgado).
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Confianza en sí mismo. Conviene que la capacidad de asumir riesgos vaya acompañada de una
apreciación realista de las propias aptitudes. Con ese realismo, solo realizaremos
negocios en cuyo resultado podamos realmente influir.
No hay que olvidar el aspecto emocional de toda situación de incertidumbre.
Para que las cosas salgan bien son indispensables el empuje y el entusiasmo. No debemos
subestimar nuestro propio valor, porque es prácticamente seguro que podemos
hacer mucho más de lo que creemos.
Haciéndonos responsable de nuestros propios actos, disminuiremos nuestra
dependencia de los demás. Un empresario es una persona responsable
porque tiene la energía y capacidad de decidir su futuro.
Como empresarios, no debemos correr riesgos innecesarios. Tenemos que dominar nuestras
emociones y aceptar riesgos únicamente cuando los beneficios posibles sean por
lo menos iguales a aquellos . Lo primero que se debe hacer es determinar si el fin es
lo bastante importante como para justificar el riesgo.
En algunos casos tendremos que echar mano de su intuición para valorar una
alternativa que suponga riesgo, pero en la mayoría, con un buen plan de
negocio estaremos en condiciones de evaluar objetivamente el riesgo de nuestro
proyecto. Los datos cuantitativos ayudan a evaluar el riesgo.
Los números permiten, asimismo, comparar los resultados conseguidos con los
que originalmente nos propusimos obtener. Antes de lanzarnos conviene que
recapacitemos sobre preguntas como:
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¿Vale la pena correr este riesgo para alcanzar el fin que me he propuesto?
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¿Cómo puedo reducir el riesgo en la mayor medida posible?
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¿Qué información me hace falta antes de asumir el riesgo?
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¿Con qué recursos humanos y de otra índole será posible reducir el riesgo y alcanzar el objetivo?
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¿Es este un riesgo de envergadura?
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¿Cuáles son mis temores ante este riesgo?
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¿Estoy verdaderamente dispuesto a no escatimar esfuerzos para alcanzar el objetivo?
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¿Qué es lo que conseguiré si corro este riesgo?
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¿Qué preparativos tengo que hacer antes de asumir el riesgo?
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¿Cómo podré determinar en términos cuantitativos si he alcanzado mi objetivo?
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¿Cuáles son los obstáculos principales para conseguir mis fines?
El costo principal será de orden financiero, pero siempre debemos incluir los costos personales,
tenemos que reunir la información pertinente y pesar las alternativas. Estudiaremos cada posibilidad
hasta sus últimas consecuencias, haciéndonos preguntas como éstas:
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Si el mercado actual alcanza su punto de saturación, ¿sería posible estimular la demanda en otros mercados modificando el producto?
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Si la intensificación de la competencia reduce mi parte del mercado, ¿habrá posibilidades de penetrar en otros?
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Si la demanda se incrementa, ¿es probable que mis proveedores y subcontratistas me aumenten sus precios?
El objetivo de este apartado es intentar reducir los riesgos al máximo.
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